Potenciarse en comunidad: el rol no se juega solo

¿Qué nos impide crecer como comunidad rolera? En un mundo donde el ego y la competencia a menudo se imponen, este texto propone una reflexión profunda sobre la posibilidad de construir desde la empatía, la escucha y la colaboración. Una invitación abierta a dejar de lado las vidrieras personales para encender luces compartidas en toda Latinoamérica. Porque si ganamos todos, gana el rol.
Hay una pregunta que me viene dando vueltas hace tiempo: ¿por qué nos cuesta tanto apoyarnos entre proyectos dentro del rol? No lo digo desde la queja, ni desde la ingenuidad. Lo digo desde la experiencia de ver brillar proyectos que podrían llegar más lejos si tan solo nos miráramos un poco más entre nosotros.
En una escena que crece a pasos firmes en Latinoamérica, también crecen las distancias. Y lo curioso es que no siempre hay una razón clara: a veces no nos apoyamos porque no nos conocemos; otras veces, porque creemos que apoyar a alguien es perder protagonismo. Y muchas veces, simplemente, porque no lo pensamos.
Pero el rol, desde su corazón lúdico, narrativo y colectivo, nos enseña otra cosa: que las mejores historias se construyen entre muchos. Que ningún personaje sobrevive si se queda solo. Que el sentido del juego está en la cooperación, no en la competencia.
La comunidad rolera no es una competencia
Durante mucho tiempo, algunas escenas roleras locales se movieron en lógicas de escasez. Como si hubiera un solo espacio de visibilidad, una sola "cúpula" de creadores, una sola forma de narrar o de llegar al público. Esa percepción, aunque hoy esté empezando a romperse, todavía pesa.
Y sin embargo, los hechos dicen otra cosa: hay cada vez más mesas, más canales, más editoriales, más podcasts, más gente haciendo cosas distintas y valiosas. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto sumar, compartir, recomendar?
Apoyar a otro proyecto no te quita nada. No te hace menos relevante. No te borra. Al contrario: amplifica la escena, fortalece la red, hace crecer el hobby que todos decimos querer expandir.
Latinoamérica como un mapa de fueguitos
En Argentina, en Colombia, en México, en Chile, en Perú, en Uruguay, en Ecuador, hay proyectos brillantes que nacen desde lo independiente, lo comunitario y lo autogestionado. Muchos de ellos se inspiran unos en otros. Pero también es cierto que a veces trabajamos como islas.
Cada grupo es un fueguito, diría Galeano. Pero ¡qué distinto sería si esos fueguitos se conectaran en red! Si en vez de pensar en "mi mesa", "mi canal", "mi evento", pensáramos en "nuestra comunidad". Si entendiéramos que no hay centro, sino red. No hay moldes únicos, sino diversidad. No hay cima, sino camino.
¿Qué significa potenciarse en comunidad?
Significa, por ejemplo:
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Compartir el contenido de otro creador aunque no lo conozcas.
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Invitar a jugar a alguien nuevo.
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Sumarte a una actividad colectiva sin esperar beneficios directos.
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Reconocer el valor de una propuesta distinta a la tuya.
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Escuchar antes de juzgar.
Potenciar también es saber ver valor donde no se nos está pidiendo que lo veamos. No se trata de que un creador diga que su contenido es bueno, sino de que la comunidad encuentre sentido en él, que resuene, que inspire. Y si eso ocurre, tal vez pueda apoyar desde lo que sé hacer, o incluso sumar una idea que antes no encajó en otro lugar. Siempre con cuidado, siempre con consentimiento: acompañar no es apropiarse. Potenciar no es imponer. Es estar presente sin querer liderar.
Potenciarse en comunidad es entender que cuando otro proyecto crece, la escena crece. Que cuando alguien encuentra su voz, el coro se enriquece. Que el reconocimiento no es un recurso escaso: se multiplica al compartirlo.
Dejar el ego al costado para crecer juntos
Potenciarse en comunidad también significa dejar el ego al costado. Y esto no siempre es fácil. A veces tenemos heridas, enojos, diferencias personales. Pero si el proyecto del otro es valioso, si lo que construye enriquece la experiencia rolera y suma al hobby, entonces vale la pena apoyar igual.
Porque el crecimiento comunitario no se basa en simpatías ni en favoritismos: se basa en la voluntad de que el hobby llegue más lejos, incluya a más personas, y se nutra de más miradas. Podemos no pensar igual, incluso no llevarnos del todo bien. Pero si remamos en la misma dirección, llegamos más lejos.
Dejar el ego no es desaparecer: es elegir que el "nosotros" pese más que el "yo".
Un llamado a lo posible
No hace falta una gran cruzada continental para empezar. Alcanzan pequeños gestos: recomendar un libro, sumarse a una mesa abierta, invitar a otro canal a una charla, celebrar un éxito ajeno. Eso ya es comunidad.
El rol no se juega solo. Y la comunidad no se construye por decreto. Se teje, se riega, se cuida. En los detalles, en la escucha, en la generosidad.
Tenemos todo para hacer que esta escena sea más grande, más visible, más nuestra. Pero para eso, primero tenemos que mirar al costado. Ver al otro. Y en vez de competir, decirle: "che, ¡vamos juntos!"
Porque si ganamos todos, gana el rol.
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